Mi historia (y tal vez, también la tuya)

A veces creo que Fidela comenzó mucho antes de saber que la estaba soñando.

Estoy muy segura que nació en la casa de mi abuelita, entre los retazos, los hilos, y el “esas tijeras sólo son para tela”. Ella ha sido modista toda su vida, así que alguna manera, yo crecí aprendiendo a crear como parte de la vida. 

Mi mamá, por otro lado, siendo movimiento, mil pendientes y de 8 a ya veremos oficina, aun con tiempo de llegar a jugar con nosotras, enseñándome que la ternura no está peleada con la firmeza. Entre ellas dos, aprendí a crear con el alma, pero sosteniendo mis sueños. 

Pasaron los años. Me mudé, comencé una vida nueva. Y en el proceso perdí algo. A veces personas, a veces partes de mí, o a veces todo junto. Y caminé así, sin mi voz, como si no me habitara del todo. 

 

Pero un día, no sé cuál, sentí otra vez un click.

Fidela fue, y es, mi forma de regresar. Empecé a crear con mis manos de nuevo, a buscar piedras que me hablaran, siluetas que me abrazaran, todo lo que me dijera algo que necesitaba recordar.

Cada diseño tiene algo de mis sueños, de mis fantasías y de un mundo que a veces se me llena de nostalgia, pero que siempre termina enseñándome algo de nuevo. 

Y eso es lo que quiero que sientas cuando elijas una joya de Fidela:

Que la sientas tuya, que encaja. Si te sientes perdida, que te guíe de nuevo a ti, que te escuches hablándote, cantándote fuerte, quiero que reconozcas  algo de ti misma en ese pequeño ritual que llevas puesto, y que como en todo proceso, confíes de nuevo en ti. 

Fidela no es solo joyería.

Es mi manera de hablar con el alma.

Y ojalá, también, sea la tuya.

Con cariño, Ceci